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No alimentes al monstruo


Los monstruos si existen, y son peores que los que te asechaban en la oscuridad cuando eras infante, por que estos si son reales, de carne y hueso, podrías ser tú, podría ser yo, difícilmente de diferenciar hasta que
son vistos con las manos en la masa, en la escena del crimen, su mejor escenario.

Algunos van disfrazados de corderitos benevolentes siempre haciendo el símbolo de amor y paz, otros llevan trajes elegantes para hacer creer que son gente importante a la que hay que respetar sin cuestionar, varios usan uniformes de entidades públicas para hacernos creer que nos protegen y que debemos confiar en ellos. 

Lo que esta a nuestro favor es que los monstruos no se pueden esconder por mucho tiempo, necesitan salir, necesitan alimentar su ego, y ser vistos como todopoderosos, como invencibles, como intocables. O simplemente salen y ya, por que fingir es cansado, hasta para un monstruo asqueroso.

Esta clase de monstruos los incuba la misma sociedad son el efecto colateral e involuntario que deja el estar evolucionando como comunidad, porque si, aunque usted no lo crea progresamos día a día, lento pero avanzamos, ellos son los restos de escombro, el desperdicio del nuevo mundo que se construye a diario, son el obstáculo que hay que atravesar para seguir mejorando.

Porque así como la sociedad va despertando, más monstruos van apareciendo, creciendo y fortaleciéndose a base de sus nutrientes esenciales: prejuicios, odio, tiranía, soberbia, rencor, resentimiento, venganza, maldad, entre otros.
Mientras más ignorantes seamos y más distraídos nos tengan, podrán fácilmente apañar las injusticias y delitos que cometan, por eso debemos tener cuidado de no alimentar al monstruo, sobre todo a nuestro monstruo interior.

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